– El 13 de julio se conmemoró esta patología que, si bien no tiene cura, sí es manejable y tratable. Entérate aquí de los detalles.
El 13 de julio se conmemoró el Día del Trastorno por Déficit Atencional e Hiperactividad (TDAH) a nivel mundial y la neuróloga infantil de Clínica INDISA, Ángela Pugin, nos entrega más información sobre esta patología que, si bien es común detectarla durante la infancia, también es posible que sea diagnosticada en la adultez.
Es importante recalcar que este diagnóstico solo lo puede dar un profesional del área de neurología o psiquiatría, y se realiza determinando la alteración en la calidad de vida que generan los síntomas de inatención, impulsividad e hiperactividad del paciente.
De acuerdo con la especialista, los orígenes del TDAH son inciertos. “Se postula que este déficit tiene una base genética y que puede ser hereditario en hasta un 80%. Por lo tanto, no hay algo que lo provoque. Es una conjunción de genes y ambiente que propicia la aparición de los síntomas durante el desarrollo de un niño”, señala la doctora.
De igual manera, el ambiente y las condiciones en los cuales se desenvuelve una persona pueden agravar los síntomas de este trastorno. Un ejemplo de lo anterior es el abuso de drogas, tanto en el período de gestación del niño como en su etapa de adolescencia; también puede influir el maltrato o el bullying.
Para la especialista, el TDAH es la punta del iceberg, ya que muchas veces se observan otras condiciones o alteraciones del neurodesarrollo. Entre ellas, están los trastornos del lenguaje; la coordinación motora, de conducta y aprendizaje (dislexia o discalculia); la ansiedad y hasta el espectro autista.
Cuando hablamos de los lugares donde se desenvuelven los niños, es importante fijarse en su educación estudiantil. “Por ejemplo, un niño de primero básico con dislexia, que le está costando mucho aprender a leer y que tiene también dificultad en la coordinación motora (escribe lento), lo más probable es que durante la clase se aburra, se distraiga, se mueva constantemente en la sala de clases y sea impulsivo, provocando que la profesora le llame la atención constantemente al interrumpir la clase”, explica la profesional.
A lo anterior, agrega que “ese mismo niño, en un sistema educacional más flexible, puede que manifieste los síntomas de déficit atencional de manera más tardía o que no los manifieste, dependiendo de la severidad de los síntomas y las exigencias del ambiente. El diagnóstico es clínico y está determinado por la alteración en la calidad de vida que generan los síntomas de inatención, impulsividad e hiperactividad”.
Si bien este trastorno no tiene cura, “lo ideal es abordarlo multidisciplinariamente en forma precoz, estar atentos a las condiciones asociadas, manejo adecuado por los profesores y los padres, sumado a un apoyo psicológico y farmacológico, entre otros. Todo esto es para prevenir una mayor incidencia de problemas de salud mental en la adultez”, asegura la doctora Pugin.
Fuente: EXTEND