Aunque no deja residuos visibles ni emite olores, este tipo de contaminación es común en
nuestra vida diaria y sus efectos en la salud aún son materia de estudio. “Estamos siendo
constantemente bañados por un océano de ondas electromagnéticas que están en todas
partes”, comentó Cristóbal Espinoza, académico del Departamento de Física de la Usach.
Cada 24 de junio se conmemora el Día Internacional contra la Contaminación
Electromagnética, una fecha que busca generar conciencia sobre una forma de
polución invisible, pero omnipresente: la exposición excesiva a campos
electromagnéticos generados por tecnologías como el WiFi, antenas de
telecomunicaciones, teléfonos móviles, líneas de alta tensión y electrodomésticos.
Aunque la contaminación electromagnética no deja residuos visibles ni emite olores,
diversos estudios científicos han planteado posibles efectos biológicos derivados de la
exposición prolongada a estas ondas.
La OMS indica que, basándose en investigaciones científicas, no hay pruebas
concluyentes de que la exposición a campos electromagnéticos de baja intensidad
cause problemas de salud. Sin embargo, el organismo ha reconocido que en algunos
casos puede tener efectos perjudiciales para la salud, especialmente en exposiciones
agudas a altos niveles de radiación.
Según los expertos, estas ondas forman parte del espectro electromagnético no
ionizante, que incluye desde microondas hasta frecuencias de radio. Si bien su
intensidad es generalmente baja, la exposición constante y creciente preocupa a
científicos, médicos y organizaciones ambientales.
“En el día a día nosotros nos exponemos a fuentes electromagnéticas, generalmente de
radio. También están los celulares, que es posiblemente la más común, la ciudad está
llena de torres de celulares y por lo tanto todas esas torres están transmitiendo
señales electromagnéticas entre ellas y entre cada uno de los celulares que todos
tenemos. Entonces, estamos siendo constantemente bañados por un océano de ondas
electromagnéticas que están en todas partes, ya están en la calle, están dentro de la
casa de nosotros, por la internet inalámbrica que tenemos, por ejemplo, y por los
celulares”, comentó Cristóbal Espinoza, académico del Departamento de Física de la
Universidad de Santiago de Chile (Usach).
Para el especialista, otra fuente común de este tipo de contaminación son los radares
de los aeropuertos, ya que emiten pulsos de radiación electromagnética bastante
potentes. De hecho, para poder detectar aviones y otro tipo de cosas, las bases aéreas,
ocupan radares. Otra fuente de contaminación electromagnética que tenemos en la
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vida urbana son las torres de alta tensión instaladas en algunos lugares de la ciudad.
“Si uno está cerca de una torre de alta tensión, igual está en presencia de un campo
electromagnético que genera la misma corriente que pasa por ahí”, sostuvo el
académico a Diario Usach.
Ante la constante exposición diaria, cabe preguntarse ¿qué acciones puede tomar una
persona para reducir su exposición a la contaminación electromagnética si vive en la
ciudad llega de fuentes electromagnéticas?
“Si realmente se le tiene miedo a esto, es aconsejable no dormir con el celular al lado, y
con eso reducir por lo menos unas ocho horas al día la exposición tan directa que el
celular nos trae a la radiación electromagnética. Hay gente que le tiene mucho temor a
la radiación electromagnética, y vive a oscuras, por ejemplo, y eso ya tiene que ver
más con cosas psicológicas que con otra cuestión, aunque creo que no hay mucho que
uno puede hacer si es que vive en la ciudad”, puntualizó el experto.
Fuente: Usach.