La académica de la Usach, Isabel Puga, advierte que este tipo de eventos comerciales activan mecanismos emocionales y cognitivos que llevan al consumo descontrolado. Aconseja crear listas, presupuestos y aplicar la regla de las 24 horas para decidir con mayor conciencia.
A pocas horas de que comience oficialmente el Black Friday, uno de los eventos comerciales más convocantes del país, miles de consumidoras y consumidores se preparan para acceder a descuentos que prometen oportunidades únicas. Sin embargo, junto con las ofertas también aumenta un riesgo frecuente en estas fechas: las compras impulsivas, decisiones rápidas motivadas más por la emoción que por la necesidad.
La psicóloga Isabel Puga, académica de la Universidad de Santiago de Chile, advierte que el fenómeno no es casual. Se trata de una combinación de factores socioculturales, emocionales y cognitivos que se activan especialmente durante eventos como éstey que, en muchos casos, pueden desordenar gravemente el presupuesto personal o familiar.
Puga explica que el Black Friday dejó de ser simplemente una instancia de liquidación y su atractivo se fundamenta en estímulos psicológicos muy potentes, como la sensación de urgencia temporal y la escasez, mecanismos que activan el conocido FOMO (Fear Of Missing Out o miedo a perderse una oportunidad).
“La idea de que ‘es el momento de comprar’ se valida colectivamente, y muchas personas sienten que deben sumarse para no quedar fuera de una oportunidad compartida”, explica la experta. Esta presión sociocultural puede llevar a que artículos no planificados se transformen en compras aparentemente “inteligentes”, solo porque presentan un descuento llamativo.
Cómo distinguir una compra necesaria de una impulsiva
De acuerdo con la académica de la Usach, la diferencia es más simple de lo que parece. Las compras necesarias se planifican y responden a una carencia previa o a un objetivo claro. En cambio, la compra impulsiva surge por un estímulo externo como una oferta, un contador regresivo, un anuncio atractivo y se ejecuta de inmediato, motivada por la ansiedad o la excitación del momento.
“El descuento genera la ilusión de oportunidad, pero muchas veces no resuelve un problema real del consumidor. Más bien produce una satisfacción momentánea que desaparece rápidamente”, afirma a Diario Usach.
Para enfrentar de manera más consciente el Black Friday, la psicóloga Isabel Puga recomienda tres estrategias claras y accesibles:
Lista de deseos planificada: Elaborar antes del evento una lista de entre tres y cinco productos necesarios, con sus precios reales. Así se evita desviarse hacia ofertas llamativas pero irrelevantes.
Regla de las 24 horas: Si aparece un producto no planificado, esperar un día antes de decidir. Ese tiempo permite que el impulso ceda y tome protagonismo el pensamiento racional.
Presupuesto fijo y separado: Definir un monto máximo exclusivo para el evento. Este límite externo funciona como una barrera objetiva frente al entusiasmo del momento.
Fuente: Universidad de Santiago