Chile enfrenta grandes desafíos logísticos por su geografía, pero la digitalización y sistemas como Drivin permiten optimizar rutas, mejorar la trazabilidad y responder a la creciente demanda del e-commerce.
El mercado logístico chileno alcanzará los USD 13.000 millones en 2025, impulsado por el auge del e-commerce y la creciente digitalización de las operaciones, según la Cámara de Comercio de Santiago (CCS). En un país con una de las geografías más desafiantes del mundo, la tecnología ya no es un lujo: es una condición indispensable para mantener la continuidad operativa. Drivin, sistema de gestión de transporte (TMS), entrega una mirada región por región a los principales obstáculos de la distribución a lo largo de Chile y cómo sortearlos con inteligencia logística.
El norte de Chile combina minería de alto volumen con zonas remotas y escasa conectividad. “En regiones como Antofagasta, las entregas deben cumplir ventanas horarias estrictas, y cualquier desviación puede significar sobrecostos y pérdida de productividad”, explica Cristóbal López, Country Manager de Drivin. En estas rutas punto a punto, donde la optimización no siempre es el foco principal, se vuelve clave contar con altos estándares de visibilidad y seguimiento, tanto por razones operativas como de seguridad. En ese contexto, la planificación digital de rutas y el monitoreo en línea permiten a las empresas anticipar contingencias y optimizar cada viaje.
El Norte Chico, por su parte, presenta un desafío diferente: ciclos agrícolas intensos, ventanas de cosecha cortas y rutas que deben adaptarse rápidamente a la demanda. En tanto, en la zona central, donde se concentra el 42 % de la población del país (INE 2024), la congestión urbana complica la última milla. Rubros como el consumo masivo, el retail o la distribución farmacéutica necesitan operar con eficiencia milimétrica. “Optimizar cada kilómetro es crítico. No se trata solo de despachar, sino de cumplir promesas en tiempo real”, añade López.
En tanto, en el sur, la fragmentación territorial, las lluvias y los caminos secundarios dificultan la trazabilidad. Para industrias como alimentos o consumo masivo, esto implica una logística resiliente, capaz de adaptarse día a día. “El uso de un TMS no solo mejora los tiempos de despacho, también permite rediseñar rutas sobre la marcha, trabajar con coordenadas georreferenciadas para aumentar la precisión y evitar demoras o rechazos. Esto también permite mantener a los clientes informados”, explican desde Drivin, que ha implementado configuraciones específicas para zonas como las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes.
La tecnología cumple un rol transformador en este contexto. Según el Observatorio Logístico del Ministerio de Transportes y ProChile, más del 50 % de las empresas logísticas chilenas ya usan herramientas de trazabilidad o automatización. Además, el canal e-commerce representa hoy el 43 % del volumen total de entregas, según cifras de la CCS, lo que ha obligado a digitalizar procesos y adoptar soluciones avanzadas.
Con un sistema como Drivin, las empresas pueden visualizar en tiempo real el estado de sus despachos, asignar rutas óptimas según tráfico o restricciones, y centralizar su operación en una sola plataforma. Esto se traduce en eficiencia operativa, reducción de emisiones y mayor satisfacción de los clientes.
Fuente: Vital Comunicaciones