● Aunque la mayoría de los establecimientos educacionales se encuentra en receso de verano, miles de niños y niñas -especialmente en jardines infantiles- continúan asistiendo a espacios educativos expuestos a altas temperaturas.
● Fundación Patio Vivo advierte que los patios pavimentados actúan como islas de calor y llama a invertir en infraestructura verde frente al aumento de temperaturas extremas.
Santiago, diciembre 2025.- En medio de las olas de calor que se han registrado en distintas zonas del país, y mientras la mayoría de los colegios se encuentra en período de vacaciones, el debate sobre las condiciones de los patios escolares vuelve a cobrar relevancia. Esto, especialmente considerando que jardines infantiles y otros recintos educativos continúan funcionando durante el verano, exponiendo a niños y niñas a espacios exteriores que alcanzan temperaturas extremas.
En Chile, miles de patios escolares están cubiertos de cemento o pavimento duro, funcionando como verdaderas islas de calor que elevan la temperatura ambiente y limitan el juego, el aprendizaje y el bienestar infantil, particularmente en los meses de mayor calor.
Desde Fundación Patio Vivo, organización dedicada a transformar patios escolares en espacios con mayor vegetación, elementos naturales y juego, explican que estas superficies no solo intensifican el calor, sino que también restringen el uso del espacio durante gran parte del día y del año.
“Los patios escolares suelen ser grandes planchas de pavimento que se recalientan con facilidad. Nuestra labor es transformarlos en espacios vivos, con vegetación y sombra, donde los niños puedan aprender y jugar al aire libre, promoviendo su desarrollo físico, social y emocional”, explica Ángela Ibáñez, cofundadora de Fundación Patio Vivo.
La organización trabaja a través de un proceso integral que comienza con un diagnóstico para comprender la cultura escolar y la forma en que se utilizan los espacios. Luego, desarrolla un diseño que incorpora materiales naturales capaces de disminuir la temperatura, drenar el agua y favorecer el uso del patio durante todo el día y el año. Este trabajo se complementa con la capacitación de docentes y equipos educativos, promoviendo clases al aire libre y el juego como parte del aprendizaje.
Desde la fundación enfatizan que las áreas verdes cumplen un rol clave en la regulación térmica y la adaptación al cambio climático. Si bien la transformación de estos espacios implica una inversión inicial relevante, su impacto es de largo plazo: se crean nuevos entornos educativos, se regenera la biodiversidad, mejora la calidad del aire y se fortalece el vínculo de los niños con la naturaleza. Estos proyectos se financian mediante la Ley SEP, donaciones de empresas y fundaciones, y aportes de socios menores.
20°C más frescos
El impacto ya ha sido medido. En patios transformados por Fundación Patio Vivo, la temperatura de los pavimentos drenantes que utilizan, como el ladrillo, puede ser hasta 20 grados menor en comparación con superficies de pasto sintético, mientras que la vegetación ayuda a retener la humedad, reducir el polvo en suspensión y mejorar la calidad del aire. Además, se observa un aumento significativo del juego libre, activo y con desafío. La creatividad y la colaboración, en contacto con la naturaleza.
“En un contexto de olas de calor cada vez más frecuentes, y con jardines infantiles en pleno funcionamiento durante el verano, repensar los patios escolares no es solo una mejora estética: es una medida concreta de adaptación climática y de protección de la infancia”, concluye Ibáñez.
Fuente: 360 Comunicaciones.