El invierno en el hemisferio norte ha alertado estas semanas por la expansión de una nueva
cepa del virus H3N2. El denominado “supervirus”, ya tiene presencia en más de 30 países.
Chile, por su parte, confirmó el primer caso la semana pasada, y es inevitable no pensar en
lo sucedido con el COVID-19. Sin embargo, debemos ser pertinentes y no caer en alarmas
innecesarias.
Tienen que saber que esta situación no es comparable a lo ocurrido con la pandemia. No se
trata de un virus nuevo ni de una emergencia sanitaria, sino de la evolución natural de un
patógeno estacional. Para esto, ya contamos con experiencia, vigilancia activa y
herramientas de control.
Desde el punto de vista clínico, no existe evidencia de que esta variante provoque cuadros
más graves, Aunque puede contagiarse con mayor rapidez, los síntomas son los habituales
de la influenza: fiebre, dolor muscular, dolor de cabeza, malestar general, congestión nasal,
dolor de garganta y tos. No se ha observado un aumento en hospitalizaciones ni en la
letalidad respecto de otras cepas A(H3N2).
La influenza sigue siendo potencialmente grave para la población de riesgo, como adultos
mayores, personas con enfermedades crónicas y niños, quienes reciben el primer llamado
de atención. Por ello, es fundamental completar los esquemas de vacunación establecidos
por la autoridad sanitaria, ya que protegen de manera significativa contra enfermedad grave
y hospitalización en estos grupos.
Es importante no hacer eco de un término que exagera. El subclado K de influenza A(H3N2)
aún no supone un aumento de riesgo extraordinario, sino que es una variante natural de la
influenza estacional, pero no es un supervirus.
Dra. Pía Odé
Directora médica Los Carrera Interclinica
Fuente: Impronta.