En Chile, cada vez reciclamos más. Pero eso no significa que estemos avanzando hacia
una economía circular real. Separar residuos no basta si esos materiales no encuentran
una ruta efectiva de valorización. Lo que sigue faltando es infraestructura, coordinación y
escala para que este modelo se convierta en un sistema viable en nuestro país.
Tomemos como ejemplo los plásticos, el residuo con mayor volumen regulado por la Ley
REP y ampliamente expuesto en la agenda ambiental. Sin embargo, de las cerca de 990
mil toneladas que se generan cada año a nivel nacional, menos del 10% se recicla. Es
decir, incluso con metas claras y exigencias definidas, la mayoría no logra ser valorizada.
Si ese es el desempeño del flujo más monitoreado, la situación para otros residuos
masivos como cartón, orgánicos o textiles es aún más compleja. La circularidad no puede
sostenerse si ni siquiera los materiales prioritarios completan su ciclo.
En Ecológica lo vemos a diario. Muchos residuos que se recolectan y clasifican no
pueden ser tratados localmente por falta de infraestructura y tecnología. Por eso, además
de impulsar soluciones locales, hemos debido exportar cerca del 6% de los residuos que
gestionamos, asegurando su valorización en plantas certificadas. No es lo ideal, pero sí
una decisión responsable frente a la falta de alternativas.
¿Cuáles son las trabas que vemos en el sistema? La respuesta es clara y ya han sido
muchos los que lo han declarado: la permisología. Hoy tenemos la normativa, tenemos la
intención, pero nos estamos quedando solo en intenciones y no hemos entrado a liderar
con acciones.
La conciencia ambiental es necesaria, pero no suficiente. La economía circular se
construye con inversión, voluntad política y decisiones técnicas. Hablar de reciclaje es el
inicio, pero si esos materiales no circulan, seguimos girando en el mismo lugar.
Por Felipe Barros, gerente general de Ecológica
Fuente: Corpo.