Señor Director:
Mientras Chile avanza hacia la hiperconectividad total, seguimos confiando en infraestructuras digitales que, en muchos casos, no están preparadas para el nivel de amenaza actual. El Día Internacional de la Seguridad de la Información debería invitarnos menos a repetir diagnósticos y más a asumir una realidad incómoda: gran parte de las organizaciones chilenas todavía reaccionan a los ataques después de que ocurren, pese a tener herramientas para anticiparlos.
El cibercrimen ya no opera desde un garage, es una industria global que usa IA, compra vulnerabilidades con la misma naturalidad con que se adquieren insumos y ataca en segundos. Aun así, persiste la idea de que mantener un antivirus actualizado es suficiente.
La reciente Ley Marco de Ciberseguridad obliga por fin a tomarse el tema en serio, especialmente a los Operadores de Importancia Vital. Pero la discusión pendiente es otra: ¿estamos preparados para fiscalizar, operar y responder al ritmo que exige esta normativa? El estándar subió, pero la brecha entre las empresas maduras y las que recién están entendiendo sus obligaciones es tan amplia que 2026 será un año decisivo. No basta con cumplir; el país necesita capacidad de monitoreo continuo, respuesta automatizada y una cultura de riesgo que aún no se desarrolla de forma transversal.
La inversión en seguridad digital no es una moda ni un costo administrativo. Es la diferencia entre continuidad operacional o paralización total; entre reputación intacta o daño irreversible. Si no asumimos esa crudeza, seguiremos siendo un país con buena normativa y baja preparación práctica, un terreno fértil para atacantes que llegan mucho antes de que suene la alarma.
Martín Lambertucci
CEO y cofundador de Insside Ciberseguridad
Fuente: Vital Comunicaciones