- Las jóvenes investigadoras de la Escuela de Ingeniería Bioquímica desarrollaron un sistema que podría reducir en más de un 90% las emisiones actuales y convertirse en un modelo replicable para otras ciudades del país.
Las estudiantes Fernanda Arcos y Monserrat Alday, de la Escuela de Ingeniería Bioquímica de la PUCV, fueron reconocidas a nivel nacional tras obtener el Premio Silvio Montalvo Martínez, otorgado por la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (AIDIS), gracias a su tesis “Evaluación técnico-económica de un sistema de gestión de residuos orgánicos para el Mercado Cardonal de Valparaíso”, dirigida por los académicos María Cristina Schiappacasse y Marcelo Mena.
El reconocimiento distingue a la memoria de título más destacada del país en el ámbito de la ingeniería sanitaria y ambiental, especialmente por su potencial impacto al abordar una problemática urgente que requiere solución. Cabe consignar que AIDIS reúne a profesionales, empresas e instituciones dedicadas a desarrollar soluciones integrales frente a desafíos sanitarios y ambientales.
“El Proyecto de Título surge de la problemática existente en el Mercado Cardonal respecto de la gestión de sus residuos, los cuales actualmente son dispuestos en el relleno sanitario El Molle, el que está proyectado para llegar al fin de su vida útil en 2028, generando a la fecha importantes emisiones de gases de efecto invernadero. Este trabajo aborda tempranamente una problemática que será prioritaria para Chile y que, además, puede replicarse en otros mercados y ferias contribuyendo a la Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos Chile 2040, la cual establece que la materia orgánica debe reciclarse y no destinarla a los rellenos sanitarios”, indicó la académica Schiappacasse.
Para levantar la información, los estudiantes realizaron entrevistas a locatarios y al personal de aseo del Mercado Cardonal, con apoyo de PUCV Sostenible.
Monserrat Alday comentó que este trabajo “nos permitió evaluar, tanto la percepción del problema como las cantidades reales de residuos que se generan. El personal de aseo tuvo total disposición para explicarnos su rutina diaria, y eso nos permitió ser muy precisos con los datos. La cifra sorprendió incluso al equipo: el mercado genera cerca de 7 toneladas diarias de residuos orgánicos”.
A partir de ello, los estudiantes definieron dos soluciones concretas: el compostaje tradicional y el compostaje acelerado.
El primero consiste en una planta de compostaje con pilas aireadas. “Propusimos una planta comunitaria donde los residuos se reciben, clasifican y acondicionan antes de formar pilas aireadas dentro de un galpón. El proceso dura alrededor de 16 días y permite obtener un compost clase A, que luego puede pelletizarse y venderse como abono orgánico”, explicó Fernanda Arcos.
Por otro lado, el sistema de compostaje acelerado con equipo automatizado utiliza tecnología que controla la temperatura, humedad y aireación, reduciendo enormemente los tiempos de degradación. “El proceso llega a solo cinco días, disminuye olores y vectores, y puede instalarse dentro del mismo mercado”, añadió Monserrat Alday.
Impacto ambiental: más de un 90% menos de emisiones
“Calculamos la huella de carbono y nuestras alternativas permiten reducir más del 90% de las emisiones actuales. Y podrían disminuir aún más si se combinan con energías limpias o transporte eléctrico”, señaló Fernanda Arcos, quien precisó que “el tratamiento actual genera 1,7 millones de kg de CO₂ equivalente al año, considerando solo transporte y su descomposición anaerobia”.
En ese sentido, el académico Marcelo Mena explicó que “la basura orgánica representa cerca del 60% de los residuos de la región. Si se separa y valoriza, se duplica la vida útil del relleno. Si no, Valparaíso tendrá que enviar su basura a Santiago, triplicando los costos. Estas soluciones muestran que sí es posible hacer algo distinto”.
Para él, este trabajo refleja el propósito de la Escuela de Ingeniería Bioquímica y la PUCV como institución. “El valor de esta tesis es que busca resolver un problema real de la comunidad. Eso identifica el espíritu de la ingeniería y de la universidad que busca siempre incidir en políticas públicas. Además, este proyecto demuestra la madurez de una escuela capaz de integrar lo ambiental, lo social y lo económico en la formación de sus profesionales”, opinó el profesor.
Fuente: PUCV