Más de 6.8 millones de personas en todo el mundo padecen enfermedades inflamatorias intestinales (EII), un grupo de enfermedades que incluye la enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa. En Chile, se estima que cerca de 20.000 personas padecen alguna de estas dos enfermedades, según datos del Ministerio de Salud. Las tasas de incidencia oscilan entre 3 y 9 casos por cada 100.000 habitantes para colitis ulcerosa, y entre 2 y 4 para la enfermedad de Crohn.[1]
Estas enfermedades, que entre sus síntomas más comunes incluyen diarrea crónica, dolor abdominal, sangrado rectal y fatiga[2], pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes y en los sistemas de salud. “Las enfermedades inflamatorias intestinales conllevan desafíos significativos, como las evacuaciones frecuentes, que generan incomodidad y provocan inseguridades en los pacientes, afectando su autoestima y su integración social. Es crucial no solo identificar las áreas inflamadas y la gravedad de las lesiones, sino también iniciar un tratamiento personalizado que busque la remisión clínica, mejorando así la calidad de vida y previniendo complicaciones”, destacó el Dr. Rolando Sepúlveda, gastroenterólogo especialista en EIIs.
Dos encuestas apuntaron que en el país existe un aumento sostenido de los diagnósticos, especialmente en centros privados, lo que genera preocupación por un posible subregistro en la red pública[3]. A pesar de los avances terapéuticos, como las terapias inmunomoduladoras, solo un 10% de los pacientes logra la remisión completa de la enfermedad. Además, un 53% de los pacientes con enfermedad de Crohn y un 41% con colitis ulcerosa no logran un control adecuado de su enfermedad[4].
A esto se suma que más de la mitad de los pacientes tarda entre 1 a 3 años en recibir un diagnóstico correctopor diferentes motivos, como no dar la debida atención a las señales o por falta de evaluación adecuada por parte de un profesional de la salud[5].
“Un diagnóstico oportuno es fundamental para mejorar la calidad de vida de quienes enfrentan enfermedades inflamatorias intestinales. Alrededor del 40% de los pacientes tarda más de un año en recibir el diagnóstico correcto2, lo que resalta la necesidad de dar mayor visibilidad a estas condiciones. Las EII siguen siendo subdiagnosticadas en muchas ocasiones, y aunque contamos con tratamientos innovadores disponibles, muchos pacientes no tienen acceso a ellos debido a diagnósticos tardíos que limitan sus opciones”, destacó el Dr. Ariel Perelsztein, director de Asuntos Médicos y Regulatorios de Johnson & Johnson Innovative Medicine en Latinoamérica Sur.
Los hallazgos de una encuesta internacional realizada a 4.670 pacientes con EII mostraron que[6]:
· El 85% había sido hospitalizado en los últimos 5 años;
· El 60% de los encuestados se sintieron estresados o presionados por tomar licencia médica del trabajo debido a la EII;
· El 51% de los encuestados estuvo ausente del trabajo debido a fatiga/no tener suficiente energía para sobrellevar el día;
· El 45% sintió que la EII había impactado negativamente en su rendimiento en entornos educativos;
· El 40% de los encuestados ajustó su vida laboral trabajando desde casa (10%), trabajando a tiempo parcial (15%) y/o trabajando horas flexibles (15%);
• El 25% no participó en actividades sociales laborales;
“Identificar adecuadamente las enfermedades inflamatorias intestinales puede ser un verdadero desafío. Sin embargo, una vez establecido el diagnóstico, se abre un camino claro hacia el manejo efectivo de la enfermedad. Hoy en día, disponemos de variadas terapias que, en la mayoría de los casos, permiten reducir significativamente los síntomas y detener el avance de esta condición permitiendo incluso la curación prolongada de las lesiones intestinales. Esto brinda así una mejor calidad de vida a los pacientes, logrando su integración completa a la sociedad, sin embargo, el problema continúa siendo la inequidad para acceder a las mismas” señaló el Dr. Jaime Lubascher, experto en enfermedades gastrointestinales.
Sin embargo, no hay dos enfermedades iguales entre los pacientes afectados por EII; cada persona es diferente y resulta afectada de manera distinta. Es recomendable que, ante la aparición de algunos de los síntomas antes mencionados, la persona consulte con su médico. Si este lo considera, lo derivará con el especialista, quien determinará las evaluaciones clínicas necesarias para realizar un diagnóstico preciso y oportuno, y —en caso de confirmar el cuadro— iniciar el tratamiento adecuado.
El seguimiento permanente con los médicos, un estilo de vida saludable, una red de apoyo y el acceso continuo y oportuno a tratamientos de calidad son cruciales para mejorar la calidad de vida de los pacientes, permitiéndoles vivir una vida más plena.
Fuentes: Ek.