Especialistas advierten sobre los riesgos de la automedicación y el uso indebido de estos fármacos, que están impulsando la resistencia bacteriana.
Los antibióticos representan uno de los avances más significativos de la medicina moderna. Han permitido controlar infecciones graves, realizar cirugías de forma segura y proteger a pacientes inmunocomprometidos. Pero este avance, que ha salvado millones de vidas durante décadas, hoy se encuentra en riesgo. La resistencia bacteriana —la capacidad de ciertos microorganismos para volverse no susceptibles a los tratamientos que antes los controlaban— avanza silenciosamente y podría hacernos retroceder a una época en que infecciones comunes eran mucho más difíciles de tratar.
“Cuando una bacteria desarrolla mecanismos de resistencia, los tratamientos habituales pueden dejar de ser efectivos. Esto significa que infecciones simples, como una infección urinaria o una neumonía adquirida en la comunidad, pueden transformarse en cuadros difíciles de manejar”, explica el doctor Sebastián Rivera, de Los Carrera Interclínica.
El especialista añade que el uso incorrecto de antibióticos —ya sea automedicación o suspensión precoz del tratamiento— favorece la selección de cepas bacterianas resistentes. Muchas veces las personas no dimensionan que sus decisiones individuales pueden impactar directamente en la disponibilidad futura de tratamientos eficaces para toda la comunidad.
La Semana Mundial de Concientización sobre el Uso de los Antibióticos, impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y celebrada recientemente, busca precisamente poner este tema en el centro del debate bajo el lema 2025: ‘Actuar ahora: proteger nuestro presente, asegurar nuestro futuro’. Según la entidad, la resistencia bacteriana podría causar más de 10 millones de muertes anuales para el año 2050 si no se implementan medidas concretas de control, vigilancia y educación sanitaria.
Peligro de la automedicación
En Chile, aunque los antibióticos requieren receta médica, la automedicación continúa siendo frecuente. Muchas personas comparten medicamentos con familiares o amigos, o los utilizan “por si acaso” ante síntomas inespecíficos como fiebre, tos o malestar general.
El doctor Rivera aclara que “una gran parte de las infecciones respiratorias altas —como resfríos, rinofaringitis o cuadros de origen viral— se resuelven espontáneamente y no requieren antibióticos. Su uso en estos casos no solo es innecesario, sino que contribuye de forma directa al problema de la resistencia”.
Además, enfatiza que “cada vez que se utiliza un antibiótico sin un diagnóstico médico claro, aumentan significativamente las probabilidades de seleccionar bacterias resistentes, lo que puede hacer que estos medicamentos dejen de responder cuando realmente los necesitemos”.
La automedicación es, de hecho, una de las principales causas de esta crisis silenciosa. Estudios recientes estiman que más del 40% de los adultos ha tomado antibióticos sin receta en algún momento, ya sea por recomendación de terceros o por costumbre. “El antibiótico mal usado no solo falla en tratar la infección, sino que además genera presión evolutiva en las bacterias, haciéndolas más fuertes y resistentes”, explica la doctora Emilia Escobedo de Cordillera Interclínica: “Y cuando esa resistencia se instala en la comunidad, no afecta solo al paciente que se automedica: afecta a todos”, añade.
Los especialistas advierten que la resistencia antimicrobiana no es un problema del futuro, sino del presente. En hospitales y clínicas ya se observan cepas resistentes a múltiples fármacos, lo que obliga a usar tratamientos más agresivos, más costosos y con más efectos adversos. “Estamos viendo pacientes que requieren hospitalización prolongada porque no responden a los antibióticos habituales. Esto implica más riesgo, más complicaciones y más carga para el sistema de salud”, sostiene la doctora Escobedo.
Actuar con responsabilidad
La buena noticia es que el problema tiene solución, siempre que exista educación, responsabilidad y acción coordinada entre la comunidad y los equipos de salud. “La clave está en el uso racional: tomar antibióticos solo cuando son recetados por un profesional, cumplir los tratamientos completos, no compartir medicamentos y evitar automedicarse. Es un cambio cultural que debemos promover entre todos”, sostiene el especialista de Cordillera Interclínica.
Además del compromiso individual, los expertos coinciden en que se requiere fortalecer las políticas públicas que regulan la venta y el uso de antibióticos. Esto, junto con la necesaria educación para que todos comprendamos, de forma simple, por qué el abuso de estos fármacos representa una amenaza colectiva y cómo su uso de forma responsable permite garantizar que sigan siendo una herramienta eficaz para las próximas generaciones.
Fuente: Impronta.