En pocas semanas, Santiago se vestirá de deporte, inclusión y diversidad. Entre el 31 de octubre y el 9 de
noviembre, nuestra ciudad recibirá a más de 1.000 jóvenes atletas de 20 países para vivir los Juegos
Parapanamericanos Juveniles 2025. Más que una cita deportiva, este es un momento para preguntarnos
qué tan preparados estamos, como país, para garantizar que cada persona -sea atleta, miembro de una
delegación o espectador- pueda desplazarse de forma segura, cómoda y autónoma.
La accesibilidad universal no es un lujo, ni una tendencia sino más bien un derecho y, en contextos como
este, un estándar que habla de nuestra capacidad de organización y de nuestro respeto por quienes nos
visitan. Según la Organización Mundial de la Salud, más de mil millones de personas en el mundo viven
con algún tipo de discapacidad, y un 15% de ellas presenta limitaciones severas que condicionan su
movilidad. En Chile, el Censo 2022 reveló que más de 2,7 millones de personas tienen alguna
discapacidad. No estamos hablando de minorías, sino de un grupo significativo de la población mundial
que necesita y merece entornos libres de barreras.
Cuando pensamos en accesibilidad, muchas veces lo reducimos a rampas o puertas más anchas. Pero en
un evento de estas dimensiones, la movilidad vertical es tan determinante como cualquier otra
infraestructura. Un ascensor no es solo una tecnología que conecta pisos, es más bien un facilitador de
experiencias, un puente que asegura que todos lleguemos al mismo lugar en igualdad de condiciones.
Hoy, el transporte vertical moderno incorpora elementos que transforman esa experiencia con pulsadores
amplios y de alto contraste con inscripciones en relieve y braille, que permiten una identificación segura;
sistemas de anuncios acústicos con voz humana, que orientan de manera clara; espejos estratégicamente
ubicados para maniobrar con confianza en silla de ruedas; pasamanos firmes para dar apoyo y nivelación
precisa de cabina para evitar desniveles peligrosos. Detalles que, sumados a un mantenimiento preventivo
constante, convierten a los ascensores en verdaderos aliados de la inclusión y la seguridad. En Schindler,
trabajamos cada día para que estos estándares sean una realidad.
Chile tiene en sus manos la oportunidad de demostrar que es posible organizar un megaevento sin
barreras, donde la accesibilidad sea un valor visible y palpable. No se trata solo de cumplir con una
norma, sino de enviar un mensaje: en este país, el deporte y la accesibilidad van de la mano.
Si lo hacemos bien, el legado de los Parapanamericanos Juveniles 2025 no serán solo las medallas o los
recuerdos, sino una infraestructura que seguirá sirviendo a miles de personas, posicionando a Chile como
un ejemplo internacional de cómo la movilidad vertical puede estar, literalmente, en el centro de la
experiencia inclusiva.
Por Alfredo Morate, Gerente General Schindler Chile
Fuente: Voxkom