Por Paulina Assmann, CEO y cofundadora de SeQure Quantum y miembro experta de la Comisión Asesora sobre Tecnologías Cuánticas de Chile
La Estrategia Nacional de Tecnologías Cuánticas de Chile llega en un momento clave. No solo consolida años de investigación científica, sino que también pone sobre la mesa una discusión urgente: cómo protegemos nuestros datos, nuestra infraestructura crítica y, en última instancia, nuestra soberanía digital en un mundo cada vez más vulnerable.
Las tecnologías cuánticas ya no son solo una promesa de laboratorio. Están empezando a definir quién controla sus sistemas, quién puede garantizar la confidencialidad de sus datos y quién depende de tecnologías desarrolladas fuera de sus fronteras. En este contexto, Chile posee un activo valioso: capacidades reales construidas durante décadas, apoyadas por capital humano avanzado, infraestructura científica y conocimiento que ahora puede traducirse en soluciones concretas.
A nivel internacional, los países líderes han entendido que el foco ya no está únicamente en la investigación, sino en llevar las tecnologías cuánticas a aplicaciones del mundo real. Asegurar comunicaciones, fortalecer la ciberseguridad y preparar los sistemas existentes para un escenario post-cuántico ya forma parte de una agenda global activa. Chile se suma a esta conversación con una clara ventaja: no parte de la teoría, sino de desarrollos que ya funcionan y pueden escalarse.
Es aquí donde la estrategia adquiere un significado real. Hablar de tecnologías cuánticas es hablar de seguridad nacional, autonomía tecnológica y de la capacidad de decidir cómo, y con qué herramientas, un país protege su información crítica. Este no es un debate abstracto o distante, es una decisión que afecta directamente a gobiernos, empresas e individuos.
Desde la perspectiva de quienes han trabajado para llevar la ciencia cuántica del laboratorio a entornos operativos reales, sabemos que la confianza es tan importante como la innovación. Las tecnologías que sustentarán la seguridad digital futura deben ser robustas, auditables y capaces de integrarse con la infraestructura existente. Incorporar este aprendizaje en la hoja de ruta fue esencial.
En ese sentido, la hoja de ruta recientemente presentada envía una señal clara. Chile está eligiendo tomar en serio las tecnologías cuánticas como un pilar estratégico, no para replicar modelos externos, sino para construir desde sus propias fortalezas una contribución significativa al ecosistema global. En un mundo donde la seguridad digital y la soberanía tecnológica serán cada vez más decisivas, esa elección importa, y mucho.
Fuente: Corpo.