- La encuesta Ipsos revela que seguridad, medioambiente y estabilidad emocional son los principales factores que inclinan a las personas a preferir haber nacido hace medio siglo, pese a los avances en salud, educación y calidad de vida. Teresa Pérez, socióloga y académica de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago de Chile, afirma que la relación entre felicidad, calidad de vida y acceso a derechos es clave para entender este fenómeno.
La empresa Ipsos presentó el informe “¿Está mejorando la vida? 1975 versus 2025”, una radiografía global a la percepción ciudadana sobre el progreso en las últimas cinco décadas. Los resultados revelan una tendencia clara: la mayoría en el mundo siente que antes se vivía mejor. Y Chile no es la excepción, aunque con matices.
Seguridad, medioambiente y estabilidad emocional son los principales factores que inclinan a las personas a preferir haber nacido hace medio siglo, pese a los avances en salud, educación y calidad de vida
Ante este escenario, Teresa Pérez, socióloga y académica de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago de Chile, afirma que la relación entre felicidad, calidad de vida y acceso a derechos es clave para entender este fenómeno.
“La información que nos da la investigación a propósito de estas sensaciones de felicidad es que pueden estar asociadas a la seguridad en el acceso a condiciones básicas de vida: educación, vivienda, salud. Eso es muy relevante”, explica.
Pérez cree que la comparación con el pasado no se basa solo en los hechos, sino también en experiencias recientes que han dejado huella profunda en la sociedad chilena y mundial. Dos de ellas: la pandemia y el cambio climático.
Para la socióloga, la pandemia elevó de forma abrupta la conciencia de riesgo en la ciudadanía. “Tomamos conciencia de que lo que sucede al otro lado del mundo puede afectarnos inmediatamente. Esa sensación de riesgo influye en la idea de que hace 50 años no se vivían experiencias de esa magnitud, aunque la información histórica no esté presente en la memoria colectiva”, señala Pérez.
Lo mismo ocurre con la crisis ambiental, también mencionada en el estudio como un ámbito percibido como mejor en 1975. “Las consecuencias se han vuelto cotidianas. Se ven en todas partes, afectan la vida diaria. Es lógico que la percepción de bienestar se desgaste cuando esos riesgos se vuelven reales y constantes”, agrega.
En Chile, además, se suma un fenómeno que preocupa a especialistas: la brecha entre estadísticas reales y percepción de inseguridad. Pérez destaca que, aunque el país sigue situándose entre los más seguros de la región, la sensación subjetiva de miedo es mayor aquí que en países con cifras más críticas.
“Quién puede ser feliz si vive con miedo. Independientemente de los indicadores, la experiencia cotidiana de inseguridad genera inestabilidad emocional”, afirma.
La especialista comenta que “la inseguridad no solo afecta la sensación de bienestar, sino también la posibilidad de proyectar futuro, especialmente para las generaciones más jóvenes”.
“Si el acceso a la vivienda se vuelve inalcanzable, o si los logros no dependen del esfuerzo individual, se pierde la sensación de control. Y eso genera frustración e infelicidad”, concluye.
Fuente: USACH