El doctor en Educación y académico de la Universidad de La Serena, Héctor Bugueño, explica las razones detrás del abandono de miles de docentes del sistema educativo, destacando la necesidad de fortalecer el desarrollo profesional y de repensar el rol social del profesorado en un contexto de cambio generacional y pérdida de apoyo familiar.
Más de 23 mil profesores jóvenes han desertado de las aulas en Chile. Este fenómeno no responde a una falta de vocación, sino a una serie de factores estructurales, económicos y culturales que han transformado la forma en que las nuevas generaciones entienden la docencia, según analizó el académico de la Universidad de La Serena, Héctor Bugueño, quien es director del Departamento de Educación de dicha institución.
“Nunca habíamos tenido tantos profesores como ahora, pero tampoco habíamos tenido una tasa tan alta de deserción”, señaló Bugueño, quien además destacó que Chile cuenta actualmente con alrededor de 265 mil docentes en el sistema escolar, de los cuales más del 60 % son menores de 50 años y una gran proporción no supera los 35. “Dentro de los países de la OCDE, debemos ser uno de los que tiene el mayor porcentaje de profesores jóvenes en ejercicio”, añadió el doctor en Educación.
El académico explicó que esta realidad ha generado una paradoja: mientras el país registra la mayor cantidad de docentes en su historia, también enfrenta un nivel preocupante de abandono, especialmente en el segmento joven. Entre las causas, señaló que el desarrollo profesional es un factor determinante, ya que los incentivos económicos y las oportunidades de crecimiento no resultan suficientes para mantener a los docentes en el sistema: “Para duplicar su sueldo, un profesor debe esperar entre 12 y 20 años, eso genera frustración en quienes esperan una movilidad social más rápida después de invertir en su formación”, explicó.
Bugueño también precisó que la deserción no se concentra necesariamente en el sistema público, como se suele pensar, sino que es más alta en los colegios particulares. “En el sistema privado la tasa de deserción alcanza el 7,8 %, lo que demuestra que trabajar en una empresa privada no garantiza mejores condiciones”, indicó.
Además añadió que las nuevas generaciones de docentes tienen una visión distinta del trabajo y de la estabilidad “Muchos jóvenes no buscan fidelización con una institución, sino con su propio proyecto de vida y su felicidad, a veces trabajan algunos años para viajar o para cumplir metas personales, algo que refleja un cambio cultural profundo”, comentó.
A juicio del especialista, este nuevo escenario obliga a repensar cómo se apoya el crecimiento profesional de los docentes jóvenes,“si queremos que permanezcan en el sistema, debemos proveer una oferta sólida de postítulos, posgrados y capacitaciones pertinentes, el desarrollo profesional docente es clave para que puedan avanzar en su carrera y no quedarse estancados”, afirmó.
Respecto al sistema de formación, el académico recordó que la pedagogía es una de las carreras más reguladas del país, con exigencias de puntajes, pruebas y evaluaciones. Sin embargo, consideró que los incentivos económicos y las becas no bastan para asegurar la permanencia: “Muchos de los que desertan son precisamente quienes ingresaron con altos puntajes porque se enfrentan a una realidad que no cumple las expectativas generadas durante sus estudios”.
El profesor de la ULS también abordó otro aspecto que, en su opinión, ha afectado la labor docente: la pérdida del vínculo entre escuela y familia, “Los profesores hemos perdido a nuestro aliado estratégico más importante: los padres y las madres, históricamente la familia tenían un compromiso esencial con la educación, porque la educación es entendida como aquella fórmula que puede moldear, que puede generar la mejor versión del ser humano”, señaló, subrayando que ese cambio ha dejado a los docentes más expuestos y con menor respaldo social.
Asimismo, destacó que la figura del profesor siempre ha sido valorada en el discurso público, pero no necesariamente en las políticas concretas. “Cuando la sociedad declara qué relevantes son los profesores y las profesoras, siento que eso se queda en un orden justamente discursivo; pero debería traducirse en diseño de políticas públicas que efectivamente permitan incorporar recursos y herramientas a una mejor educación”, enfatizó.
Por último recordó que el incremento del gasto no siempre garantiza mejores resultados si no va acompañado de estrategias efectivas, en ese sentido, el académico mencionó ejemplos internacionales como Finlandia y Singapur, donde la docencia tiene un alto estatus social, y políticas de formación coherentes, aunque advirtió que no son modelos directamente replicables en Chile. Y reveló que por ejemplo “en Finlandia hay listas de espera para estudiar pedagogía, porque el profesor tiene un estatus extraordinario, aquí hemos creado incentivos, pero la evidencia demuestra que eso no basta”.
Finalmente, el experto en educación de la Universidad de La Serena destacó que el desafío actual no solo pasa por mejorar las condiciones laborales o económicas, sino también por fortalecer la valoración social del profesorado, “creo que el futuro de la educación está ligado a cómo acompañamos a los docentes jóvenes, tanto en lo profesional como en lo humano”, concluyó.
Fuente: userena.