En el laboratorio FabLab de la Casa de Bello, espacio que cuenta con un área dedicada a la formación y también al emprendimiento, Josefa Mella y Sofía Anwandter, diseñadoras, crearon este filamento que tiene múltiples usos, entre ellos amarrar plantas y matas en las siembras, y también para tejer. Y, lo más importante, aporta al medioambiente.
“Todo esto surgió de la experimentación y de la simple curiosidad”, dice la diseñadora Josefa Mella, quien junto a su socia y también diseñadora Sofía Anwandter crearon Filga, una fibra o hilo grueso hecho con extractos de algas marinas del sur de nuestro país, cuyo propósito es contribuir con el ecosistema al ser considerado un biomaterial.
Dentro de los múltiples usos que se le puede dar a este filamento, están la creación de diversos objetos mediante técnicas de tejido, para la confección de utensilios como canastos, bolsos, o incluso, en el futuro en la elaboración de prendas de vestir.
También con la utilidad de amarre se puede usar en el área de la agricultura. En lo práctico, este hilo podría servir para guiar diversos cultivos y, asimismo, biodegradarse con el paso del tiempo y contribuir como abono a la tierra.
Y, así lo refuerza Sofía Anwandter, diciendo que “hoy estamos enfocadas en la agricultura, pero Filga es bien versátil, hoy estamos estudiando darle otros usos, como en la manufactura de tejidos”.
¿Cómo nace Filga?
El proyecto surge en un contexto académico, que luego al ir tomando forma se traslada al FabLabUchile, espacio ubicado físicamente en el tercer piso del Edificio Poniente de Beauchef 851, de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. Fue en este laboratorio que ambas jóvenes fortalecieron su idea. Postularon, comenzaron con las pruebas, hasta que lograron dar con el producto final, que hoy ya inició la etapa de venta y comercialización y está siendo distribuido.
Sofía Anwandter, así lo recuerda. “Hice la práctica en el Laboratorio FabLab Uchile. Había visto que había diversas instancias para apoyar emprendimientos. Así fue como solicitamos con Josefa poder hacer la residencia acá”, afirma.
Fue en 2023 cuando ambas jóvenes estaban realizando su proyecto de título. Fue en ese contexto que comenzaron con la idea de crear un producto que contribuyera al ecosistema y que aportara también en el mundo productivo, pero que fuese flexible, resistente y novedoso. Hicieron varias pruebas, hasta que lograron el producto que hoy se vende en forma de madeja, de 100 y 50 metros.
En la actualidad, “la producción de Filga se realiza a escala artesanal, comprando la materia prima. Nosotras ‘cocinamos’ la mezcla y en un proceso que puede tomar una semana, entre el secado y todo, conseguimos los rollos de este filamento flexible y resistente”, dice Josefa.
Desafíos futuros
Actualmente, sus creadoras están trabajando en un nuevo modelo de producción automatizado. “Estamos buscando qué otras líneas de productos podemos obtener de esta fibra, de este biomaterial, qué otros usos podemos darle en agricultura, por ejemplo”, dice Sofía Anwandter.
Por su parte, Josefa Mella, plantea que una parte importante de todo este proceso que ya lleva 2 años tiene relación con el financiamiento. “Ahora, estamos viendo a qué fondos podemos postular para conseguir financiar un nuevo sistema productivo”.
Durante agosto, desde FabLab U. de Chile se abrió una convocatoria bajo el título “Explora, crea y transforma con Filga” para que todos quienes quisieran utilizar este elemento y crear nuevos productos o implementos participarán. El objetivo, buscar a personas que manejen diversas técnicas o simplemente tuvieran una idea para ejecutar con este material. Finalmente, y tras recibir más de 100 postulaciones, cinco de ellas quedaron seleccionadas quienes recibieron 50 metros de Filga para desarrollar su propuesta.
Fuente: U. de Chile.