En el marco del Día Internacional de la Lengua de Señas, Carola Quinteros,
directora de Escuela de Pedagogía en Educación Diferencial de la Universidad
San Sebastián, releva la importancia de practicar vocabulario cotidiano para
relacionarse con mayor inclusión.
Según el último Censo de 2024, un 11,1% de la población de 5 años o más tiene
discapacidad, lo que representa 1.950.388 personas en el país, entendiendo
discapacidad como la dificultad o imposibilidad de realizar algunas de las siguientes
actividades: ver, oír, caminar, recordar, cuidado personal y comunicarse.
Bajo este panorama, y en el marco del Día Internacional de la Lengua de Señas (23 de
septiembre), Carola Quinteros, directora de Escuela de Pedagogía en Educación
Diferencial de la Universidad San Sebastián, apunta a la importancia de extender la
inclusión en diferentes contextos de comunicación, y para ello afirma la necesidad de
adquirir nuevas formas de comunicación, como la lengua de señas, en toda la
población.
Si bien, no existe una lengua de señas universal, ya que en cada país estas lenguas
evolucionan de acuerdo a las necesidades culturales y sociales locales, la académica
USS entrega las siguientes recomendaciones para empezar a aprender este método en
la versión chilena (LSCh):
Paso 1: Aprender lo esencial: saludar, presentarse, preguntar “¿Necesita intérprete?”,
vocabulario útil (salud, fechas, números). Para ello, lo ideal es apoyarse de videos cortos
y fichas visuales disponibles en cursos y organizaciones locales.
*Paso 2: Practicar con la comunidad: asistir a encuentros, grupos de práctica o clases
presenciales impartidas por organizaciones de la comunidad Sorda/ASOCH, ya que la
práctica con hablantes nativos de LSCh es crucial.
*Paso 3: Avanzar con formación estructurada e intérpretes: si la intención es ofrecer
servicios (salud, docencia, atención al público), cursar niveles formales y coordinar con la
Red de Intérpretes para certificación y mediación profesional.
Además de estos pasos, se sugiere incorporar estrategias cotidianas de familiarización
como el uso de tarjetas en el hogar para asociar objetos con señas, la práctica diaria de
10 a 15 minutos frente a un espejo para perfeccionar la expresión facial (fundamental en
LSCh), y la participación en actividades culturales organizadas por la comunidad Sorda.
“No se trata solo de aprender un código manual, sino de abrirnos a una cultura y a una
forma de comunicación que enriquece la interacción social y promueve la equidad”,
comenta la académica USS.
En la universidad, los estudiantes pueden acceder al curso de lengua de señas a
través del programa de formación “Líderes Inclusivos”, dirigido por Desarrollo
Estudiantil, el que busca proporcionar las herramientas necesarias para adquirir y
transmitir conductas inclusivas, promoviendo así una cultura de respeto y
diversidad.
Fuente: USS.