Expertos estiman que al 2030, máximo 2035, dispondremos de computadores cuánticos con la capacidad suficiente para romper el cifrado que hoy protege nuestros historiales médicos, información financiera y documentos confidenciales.
Actualmente, estos datos se resguardan con llaves digitales basadas en operaciones matemáticas que los computadores clásicos tardarían años en descifrar, pero la computación cuántica podría acelerar este proceso de forma drástica. Aunque ya existen equipos en funcionamiento, aún no cuentan con la estabilidad y potencia necesarias para vulnerar los algoritmos más robustos. Eso podría cambiar en menos de una década.
Según estimaciones del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST), ese hito marcará el fin de los algoritmos de cifrado tradicionales y representa una amenaza real para la seguridad digital global. Aplicaciones de protección ampliamente utilizadas, como RSA y ECC (empleadas en conexiones HTTPS, correos electrónicos y certificados digitales) dejarán de ser confiables, exponiendo a ciberataques a todo tipo de dispositivos como computadores, tablets, teléfonos y televisores inteligentes. A ese momento crítico se le conoce como Q-Day o Quantum Day, en referencia al día en que una computadora cuántica será capaz de quebrar estos sistemas, marcando un quiebre histórico en la ciberseguridad.
Luis Montenegro, Head of Cyber Security en SeQure Quantum, lo explica así: “Mientras que un sistema tradicional podría tardar largo tiempo en romper una clave de cifrado robusto, porque prueba opciones una por una. En cambio, un procesador cuántico podría reducir esa tarea a un tiempo sustancialmente más corto, gracias al principio de superposición de los qubits (la unidad básica de la información cuántica), con una velocidad que depende del número de qubits útiles y de la capacidad de corrección de errores del sistema. Este salto tecnológico nos obliga a migrar a la criptografía post-cuántica, antes de que sea demasiado tarde.”
Más allá del riesgo, la computación cuántica abre oportunidades inéditas para la ciencia, la industria y la sociedad. “Su capacidad para procesar grandes volúmenes de información de forma paralela permitirá acelerar descubrimientos en áreas como el diseño de medicamentos, la simulación de materiales y la optimización logística”, agrega Montenegro. “El desafío es avanzar en ese potencial sin comprometer la seguridad digital que sostiene nuestra vida cotidiana.”
La fecha no es una especulación.
IBM anunció para 2029 el sistema Starling, con 200 qubits lógicos y capacidad de ejecutar cien millones de ciclos cuánticos coherentes.
Por su parte, Google demostró con su chip Willow, de 105 qubits físicos, que la corrección de errores cuánticos, uno de los principales obstáculos de la escalabilidad, ya es técnicamente viable. Esto permite aumentar la capacidad computacional sin comprometer la fidelidad de los resultados.
Aunque estos avances son significativos, algunos especialistas internacionales sostienen que el avance hacia una computadora cuántica capaz de romper los cifrados actuales no será repentino, sino gradual y predecible. Según esta visión, existirán señales claras antes de que se alcance esa capacidad, lo que permitiría a gobiernos y organizaciones prepararse con tiempo.
Otros señalan que, si bien el riesgo es real, la amenaza cuántica a corto plazo tiende a sobreestimarse. Argumentan que aún existen desafíos técnicos significativos por resolver, especialmente en cuanto a estabilidad, corrección de errores y escalabilidad, lo que demoraría la llegada efectiva del Q-Day.
Sin embargo, esta percepción de seguridad relativa podría resultar peligrosa. Como señala Luis Montenegro, de SeQure Quantum, “los avances cuánticos no progresan de forma predecible, sino a saltos inesperados impulsados por hitos científicos, inversión privada o competencia entre potencias tecnológicas. Lo que hoy parece lejano puede acelerarse sin aviso.”
Por otro lado, advierte que migrar todo el ecosistema digital global hacia criptografía post-cuántica no será un proceso inmediato. “Requiere rediseñar infraestructuras, actualizar estándares y coordinar esfuerzos entre actores públicos y privados. Puede tomar fácilmente un par de años, dependiendo del nivel de preparación de cada país o industria.”
Además, el riesgo no se limita al futuro. El experto asegura que los ciberdelincuentes ya están ejecutando ataques de tipo “harvest now, decrypt later” (guardar ahora, leer después), capturando grandes volúmenes de datos cifrados para almacenarlos y descifrarlos posteriormente con tecnología cuántica. Esta amenaza latente es difícil de rastrear y compromete la confidencialidad a largo plazo.
Estudios recientes señalan que basta con que uno o dos de estos sistemas estén operativos para que actores con suficientes recursos puedan alquilar tiempo de cómputo y lanzar ataques contra sistemas cifrados a gran escala.
Fuente: Corpo.