Se estima que en Chile más del 50 % de la basura domiciliaria corresponde a materia orgánica, que podría, con un trabajo dedicado, terminar como abono en plantas y parques. Acá te explicamos cómo iniciar el proceso de manera particular o comunitaria.
En Chile, más del 50 % de la basura domiciliaria corresponde a materia orgánica, lo que equivale a unos 1,25 kg por persona al día. A pesar de esta realidad, se estima que alrededor del 1 % de esos residuos se aprovechan mediante el compostaje. Sin embargo, expertos advierten que esta práctica sencilla podría transformar radicalmente la gestión de residuos y aportar beneficios medioambientales y sociales a largo plazo.
“El compostaje transforma los residuos orgánicos en abono natural, reduciendo significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente el metano que se genera cuando estos desechos se descomponen en vertederos sin oxígeno. Además, mejora la calidad del suelo, reduce la necesidad de fertilizantes químicos y promueve un ciclo de vida más sostenible para nuestros alimentos y desechos”, comentó Roberto Peña, fundador de Redciclach y profesor de la Facultad Tecnológica, del departamento de Tecnologías Industriales DTI.
La Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos, impulsada por el Ministerio del Medio Ambiente en colaboración con Canadá, busca elevar el compostaje desde el 1 % actual hasta el 66 % para el año 2040. El problema es que aún no existe la suficiente educación en los hogares chilenos para impulsar este tipo de reciclaje.
“Las principales barreras incluyen la falta de conocimiento sobre cómo compostar, la percepción de malos olores o plagas, y la limitación de espacio en departamentos. A nivel estructural, también hay una carencia de infraestructura pública de compostaje y una baja integración de esta práctica en la planificación urbana. Culturalmente, aún se asocia la gestión de residuos con una acción externa (sacar la basura), más que con una responsabilidad propia de cada hogar”, sostuvo el profesor Peña a Diario Usach.
Innovación
En una ciudad como Santiago, donde una parte importante de la población vive en departamentos sin patio ni jardín, compostar parece una misión imposible. Sin embargo, Compostin Chile llegó para demostrar lo contrario: que toda persona puede ser parte de la solución medioambiental, sin importar el espacio que tenga.
La empresa, fundada por Rodrigo Arangua, ofrece un servicio innovador que transforma los desechos orgánicos en compost de forma eficiente, limpia y sin malos olores, adaptado especialmente para personas que viven en entornos urbanos densos.
El proceso se realiza a través de una compostera giratoria, que no necesita contacto con la tierra ni lombrices y que permite, a través de una correcta aireación, evitar la putrefacción y malos olores de los desechos orgánicos.
Beneficios sociales y comunitarios
Otro de los aspectos a destacar de este tipo de acciones es el trabajo comunitario que se puede generar cuando el compostaje se realiza entre vecinos, compañeros de trabajo o en contexto educativo. Transformar el residuo en algo ayude al planeta y de paso generar comunidad entre quienes participan en el proceso.
Ahorro y economía circular: Al transformar residuos en abono útil, se cierra el ciclo de los nutrientes y se reduce la necesidad de fertilizantes químicos, además de prolongar la vida útil de los rellenos sanitarios.
Educación y cohesión comunitaria: Distintos programas promueven talleres gratuitos en comunas y distribución de composteras en jardines infantiles, fortaleciendo la educación ambiental y la participación comunitaria.
Beneficio para fauna y biodiversidad: Al mejorar la calidad del suelo y generar compost activo, se favorece la presencia de insectos, aves y microorganismos útiles para la agricultura urbana y espacios verdes.
Fuente: Usach