El norte argentino es la opción ideal para aquellos que quieren dejar atrás la vorágine de la ciudad y buscan conectar con la naturaleza, sin renunciar al confort. Glamping en el desierto y recorrido por bodegas de vinos de altura, son algunas de las opciones.
Jujuy es ese destino que permite maridar maravillas naturales con el lujo y el confort. Un rincón en el norte argentino donde cada paisaje sorprende e invita a los turistas a conectarse con algo más allá de lo habitual. Desde glamping en medio del desierto de sal hasta bodegas de altura, la provincia ofrece un abanico de propuestas para turistas exquisitos.
Desde Chile existen vuelos promocionales hasta Buenos Aires por 262 dólares ida y vuelta, porque desde la capital argentina es más fácil llegar a Jujuy y otros destinos del norte. En tanto, desde la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, el vuelo a Jujuy cuesta solo 80 dólares adicionales, abriendo la puerta a un viaje lleno de paisajes increíbles.
El amanecer en las Salinas Grandes es una experiencia difícil de describir con palabras. Todo el paisaje se tiñe de blanco puro, como si uno hubiese aterrizado en la luna. Cuando el sol comienza a subir en el horizonte, sus primeros rayos dorados se reflejan en la superficie salina y acarician suavemente el rostro. Basta con abrir la ventana para encontrarse con una postal casi mágica: a lo lejos, un paisaje de sal blanca, que puede parecer un desierto o un espejo del cielo en días tranquilos con una fina capa de agua.
Entre la variedad de experiencias que ofrece el destino, existe una que simula estar acampando en otro planeta. Se trata de un complejo de glamping, llamado Pristine Salinas, que está ubicado en medio del desierto de sal jujeño. La vastedad del paisaje, sus colores y el silencio, invitan a una conexión con la naturaleza y a la introspección. Las suites de Pristine son ecodomos que descansan sobre un deck sostenido por pilotes de madera. De esta manera, se asegura su estabilidad sin afectar la tierra natural. Si bien alojarse en Pristine ofrece una experiencia única, también es posible visitarlas en una excursión de día desde Purmamarca u otros pueblos cercanos.
La provincia norteña posee una enorme riqueza paisajística, cultural y patrimonial y uno de sus puntos más icónicos, sin dudas, es la Quebrada de Humahuaca, un valle andino de 155 kilómetros de extensión, flanqueado por altas cadenas montañosas. “En el pasado, la región fue un importante centro ceremonial para las culturas precolombinas y todavía habitan pueblos originarios que mantienen vivas sus tradiciones y costumbres”, destacan desde Inprotur.
Los visitantes pueden disfrutar de su arte, música y coloridas vestimentas. Esta maravilla, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se puede recorrer en auto o contratar un guía particular. En el camino, hay numerosas rutas de trekking de diferentes niveles de dificultad para explorar sus idílicos paisajes.
Lo que pocos saben es que el lugar es también la cuna del vino jujeño, que se caracteriza por su singularidad, fruto de la extrema altura, de más de tres mil metros sobre el nivel del mar, y el clima desafiante. Son vinos de gran cuerpo, color intenso y notas de alta montaña, con aromas y sabores únicos.
Algunas de las más destacadas son Bodega Uquía, Bodega Fernando Dupont, Viñas del Perchel, Bodega El Bayeh, Amanecer Andino y Bodega Kindgard. Todas ofrecen visitas, degustaciones y la oportunidad de conocer el proceso de elaboración.
Otro de los imperdibles en la Quebrada de Humahuaca sin dudas, es el emblemático Cerro de los Siete Colores. Por raro que parezca, millones de años atrás el cerro estaba sumergido en el mar. Durante ese tiempo, diferentes tipos de sedimentos se depositaron en el fondo, formando capas. Estos sedimentos al oxidarse y erosionarse con el paso de los milenios, produjeron una amplia gama de colores, incluyendo rojo, rosa, amarillo, verde, marrón, violeta y azul, que es el espectáculo visual que año tras año atrae a turistas de todas partes del mundo.
Y hay más, porque tal como se mencionaba al principio, toda la región de Humahuaca es un verdadero museo a cielo abierto. En este sentido, el Pucará de Tilcara es una de las zonas más elegidas por los viajeros: el área abarca entre 8 y 15 hectáreas, donde se pueden observar los restos de viviendas, talleres, plazas, tumbas y espacios ceremoniales. Los turistas pueden explorar las ruinas y también acceder al Museo Arqueológico y Antropológico Dr. Eduardo Casanova de Tilcara, que exhibe artefactos relacionados con la cultura tilcara. La visita al sitio dura aproximadamente una hora y veinte minutos.
Por último, a solo 25 kilómetros de la ciudad de Humahuaca, El Hornocal se distingue por ser una de las postales más impactantes de la provincia de Jujuy. Conocida como la “montaña de los 14 colores”, cautiva con sus tonalidades que van del blanco al rojo intenso, desplegándose en un paisaje que parece pintado a mano. Desde traslados en vehículos 4×4 de alta gama, con chofer privado y servicio de bebidas a bordo, hasta vuelos en helicóptero que permiten apreciar la majestuosidad del Hornocal desde el aire.
En el mirador, es posible disfrutar de un almuerzo gourmet al aire libre, con una selección de productos regionales como quesos artesanales, empanadas criollas reinterpretadas y vinos de altura. Así, El Hornocal se consolida como un destino que combina naturaleza, cultura y lujo en perfecta armonía.
Para obtener información adicional sobre este recorrido en Jujuy, se puede consultar en Visit Argentina, la plataforma oficial de promoción turística internacional de Argentina.
Fuente: Ariella Orrego.