La urgencia por bajar de peso rápido se ha instalado como una presión constante. Entre dietas virales, suplementos “milagrosos” y medicamentos que prometen resultados inmediatos, las redes sociales han intensificado la idea de que todos deben encajar en un ideal corporal imposible. Pero la evidencia es clara: gestionar el peso no es un asunto estético, sino un desafío sanitario profundo.
La obesidad se ha triplicado en medio siglo y hoy es una de las mayores amenazas para la salud pública. En Chile, la tendencia es especialmente crítica: el país pasó de tener una de las tasas más bajas de la OCDE a ocupar el segundo lugar entre las más altas. Este crecimiento, que llega a 30,7% en mayores de 15 años, exige estrategias sostenidas, no atajos.
En este contexto, proliferan medicamentos para bajar de peso ofrecidos sin control, especialmente en redes sociales. Su uso sin supervisión expone a riesgos graves: productos adulterados, dosis incorrectas y efectos adversos que pueden comprometer el sistema cardiovascular o hepático. La ilusión de una solución rápida suele ocultar peligros que no se perciben hasta que ya es tarde.
El verdadero trabajo ocurre lejos de los “milagros” farmacológicos. Requiere acompañamiento profesional, educación alimentaria, actividad física y apoyo psicológico. No existe un cuerpo ideal ni una fórmula única: cada persona enfrenta una historia distinta con su peso, marcada por factores físicos, metabólicos y emocionales.
En casos de obesidad severa, la cirugía bariátrica puede ser una alternativa eficaz, pero nunca un fin en sí mismo. Su éxito depende de la evaluación multidisciplinaria, la preparación adecuada y un compromiso sostenido con el cambio de estilo de vida.
Avanzar hacia una sociedad más saludable implica dejar atrás la cultura del atajo y abrazar la del cuidado continuo, la información y una imagen saludable y real.
Dr. Adolfo Brea
Cirujano Bariatrico
Tarapacá Interclinica
Fuente: Impronta.